LEYENDA DE SAN ATAÚLFO
Buenos días y saludos a todos aquellos que ya habéis hecho vuestro peregrinaje o que estáis en ello. Por mi parte he de deciros que el día 12 de este mes de septiembre, emprenderé mi Camino. Esta vez, el Portugués, que haré por segunda vez, desde Tui a Santiago. No podéis imaginaros la ilusión y las ganas que tengo de comenzar. Como la primera vez. Pero, es que en esta ocasión llevo dos años sin peregrinar debido a lesiones, y ahora que me encuentro mejor no quiero perder esta oportunidad. Si puedo os contaré mis experiencias de este año. Ahora paso a contaros la leyenda de San Ataúlfo.
Nos encontramos en el siglo XI, y las costumbres del norte de nuestra península no eran todo lo ejemplares que se pudiera esperar. Los escándalos en los monasterios estaban a la orden del día, muchas esposas abandonadas, clérigos con concubinas etc. El obispo de Compostela, Ataúlfo II, quería terminar con ésto y restablecer la disciplina dentro de la Iglesia, aunque para ello fuese necesario emplear mano dura. Naturalmente esta decisión no gustó a aquellos que disfrutaban de tal situación.
Dos amigos, llamados Cadón y Acipilón, fueron visitados por algunos clérigos rebeldes, que disgustados por la intromisión del obispo, les pidieron que se presentasen al entones rey asturiano, Alfonso III el Magno, y denunciaran a Ataúlfo de conspirar contra él y de andar de acuerdo con los moros para entregarles las tierras gallegas.
Cuando un día se presentó el obispo ante Alfonso III, apenas estaba presentando sus respetos al rey cuando fue apresado. Como traidor, su castigo sería abandonarle a su suerte ante un toro salvaje. Todos gritaban esperando ver como el animal acababa con lo que para ellos era una amenaza. Al salir el toro al ruedo embistió en carrera hacia Ataúlfo, pero justo antes de tocar sus ropas, se detuvo en seco y bajó la cabeza sumiso, permitiendo que le sujetara los cuernos. Arrepentidos, los denunciantes comprendieron que habían cometido un gran error, además de quedar probada su inocencia. La historia de estos hechos no cayó en el olvido y quedó inmortalizada para siempre en uno de los capiteles del refectorio de la catedral de Pamplona.
Y esta ha sido nuestra leyenda por hoy. Mucha fuerza y ánimo para seguir vuestro Camino. Ultreia!!!
Cuando un día se presentó el obispo ante Alfonso III, apenas estaba presentando sus respetos al rey cuando fue apresado. Como traidor, su castigo sería abandonarle a su suerte ante un toro salvaje. Todos gritaban esperando ver como el animal acababa con lo que para ellos era una amenaza. Al salir el toro al ruedo embistió en carrera hacia Ataúlfo, pero justo antes de tocar sus ropas, se detuvo en seco y bajó la cabeza sumiso, permitiendo que le sujetara los cuernos. Arrepentidos, los denunciantes comprendieron que habían cometido un gran error, además de quedar probada su inocencia. La historia de estos hechos no cayó en el olvido y quedó inmortalizada para siempre en uno de los capiteles del refectorio de la catedral de Pamplona.
Y esta ha sido nuestra leyenda por hoy. Mucha fuerza y ánimo para seguir vuestro Camino. Ultreia!!!
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